Sombras sobre vidrio esmerilado



El cuento homónimo de Juan José Saer en versión libre dramática a cargo de Irina Alonso en actuación y puesta en escena, es un gran ejercicio teatral.

por Teresa Gatto

“Pero pienso que si quiso decírmelo antes de morirse no estaba tratando de hacerme una advertencia sino de pedirme una refutación”
J.J. Saer 

“Sombras sobre vidrio esmerilado” es el primer cuento del volumen Unidad de Lugar del narrador argentino Juan José Saer, publicado en 1966. Saer, cuya obra presenta un universo ficcional en construcción permanente con un asedio constante a la pregunta por la escritura y la representación, ha sido calificado como un autor cuya poética es la de lo inacabado. Si el concepto de representación ha caído y ya no se puede contar nada, es, desde la negatividad que Saer narra. Como no se puede escribir, escribo para decir que no se puede escribir, o retomo un universo en el que todo fluye y transmuta.

Lo notable es que una actriz, Irina Alonso haya acometido la tarea de adaptar un relato de este grande y llevarlo a escena en un unipersonal con enorme acierto.

La historia parece sencilla, Adelina Flores, poetiza, sentada en una mecedora, comienza a escribir un poema. Los versos son activados por la percepción de su cuñado, a punto de ducharse, al que entrevé a través del vidrio esmerilado de la puerta del baño. Esta percepción (el relato pormenorizado de la misma) es fundante en la representación del tiempo en Saer. Un recuerdo  activa una memoria  en un “ahora” que no se mide en tiempo sino en espacio con el objetivo de ser sujeto a representación. Mientras los recuerdos aparecen, el presente continua fluyendo y es, en ese tiempo del relato, no en el de los sucesos, en el que Adelina escribirá su poema. Las vicisitudes de su vida, su destino de poetiza, su soltería, la mutilación que muestra un seno que ya no está, esa cicatriz simbólica, son parte del ayer y del ahora. En el ahora, Leopoldo, su cuñado, proyecta su sombra desde el baño. En el ahora se escribe el poema, en el ahora se piensa en el presente y el pasado se incluye porque el ahora, reitero, se mide en extensión no en tiempo.

Irina Alonso adapta el cuento de Saer y todo aquello que es del orden de la percepción lo traspasa a la representación. Como alguien que hila cuidadosamente cada suceso, narra y lo que no es dado a ser narrado, lo que de verdad es del orden de la escritura/lectura, alcanza la sustancia dramática en la teatralidad que ella, como Adelina Flores le otorga.

Una mesa con una lámpara, un abanico para paliar el bochorno del verano en Santa Fe, su propio cuaderno de notas en los que irá componiendo el poema, son los únicos objetos que sin conformar un minimalismo a nivel de diseño escenográfico, sino más bien, a efectos de reforzar la actuación, colaboran con una diégesis que la tiene en el centro exhibiendo un gesto de teatralidad de la más pura con las inflexiones, tonos y semitonos que, para los que hayan leído esa narración, tiene Adelina Flores y para los que no, será suficiente para ser partícipes de un relato del “yo” con una gran profundidad.

De este modo, los sucesos de una vida, son llevados a escena en un “ahora” que cuestiona la ontología del tiempo y a la vez cautiva al espectador por la osadía de vérselas con Saer y por la salida más que airosa de su protagonista.

Un diseño lumínico que aporta el extraescena, importantísimo pues  esas sombras que proyecta su cuñado en el atardecer de un día my caluroso, son suficientes para que Alonso consume una Adelina Flores espléndida y además reponga de modo polifónico a otro personaje saeriano como es Carlos Tomatis con quien se las verá en un encuentro literario, a su madre, hermana, etc.

Lo interesante es que si toda la narración transcurre en el presente y el tiempo es puesto en jaque, tanto el suspense como el avance de la misma se encuentran cifradas en la producción del poema, el acto de escribir, es como en el cuento, el dispositivo que Alonso usa para hacer avanzar la acción y lo hace como si una Adelina Flores la habitara desde siempre, no reducida a una percepción mimética sino a una organicidad lograda con un gran trabajo de actuación.

La función del día miércoles 23 de noviembre fue especial y la obra se repondrá en febrero. El espacio Querida Elena (Sencillas Artes) en la Boca Dulce, justo detrás del Parque Lezama, es ideal para esta puesta íntima, jugada y por sobre todo amorosamente cuidada por el respeto que un narrador de la talla de Juan José Saer merece siempre que se haga una versión libre de cualquiera de sus obras. En ocasión de su re-estreno, subiremos la información pertinente para que nuestros lectores puedan disfrutar este monólogo tan bien trabajado desde la emoción al que no se le escatima el cuerpo ni el arte.


Ficha Artístico/Técnica

Autor: Juan José Saer
Versión: Irina Alonso

Intérprete: Irina Alonso
Vestuario: Daniela Torta
Diseño de luces: Eduardo Espíndola
Fotografía: Andrea Knight
Diseño gráfico: Daniela Torta
Asistencia general: Andrea Costantini
Producción ejecutiva: Leticia Hernando
Puesta en escena: Irina Alonso

Función Especial  23-11-011
Querida Elena (Sencillas Artes)
Pi y Margall 1124 (mapa)
Ciudad de Buenos aires
Tel.: 4361-5040
http://www.queridaelena.blogspot.com

Entrevista a Héctor Levy-Daniel, Dramaturgo, Director, Ensayista, Maestro de Dramaturgia.  Cierre de un Ciclo que así, se vuelve virtuoso.