Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.

 

En épocas de cultura evanescente y de productos artísticos de una obsolescencia temible, Gerardo La Regina se la juega con una obra de Tito Cossa que dura 120 minutos y no tiene uno de más. El elenco brilla completo porque además de estar muy bien dirigido, la elección del mismo es impecable. Quedan dos Funciones.

 


Por Teresa Gatto

 “Es inevitable: el teatro no muere. Por mucho que avance la ciencia o la técnica, no hay manera de suplantar al actor vivo delante del espectador. Superó al cine. Superó a la televisión. Siempre fue minoritario, incluso por los precios de las entradas, por su característica centro-burgués. Pero,  espero que siga. Y que este gobierno, cuando pueda, le dé más apoyo al teatro independiente porque, como decía Arthur Miller, es “un testigo de su tiempo”

En revista hamartia.com.ar/2020/05/08/tito-cossa-dramaturgo/

 

El 17 de diciembre de 1939, desafiando las órdenes de Hitler, el Capitán del “Admiral Graff Spee”, Hans Langsdorff, decidió salir del puerto de Montevideo y fue bombardeado hasta estallar en pedazos.

El almanaque que cuelga detrás del mostrador del recreo de la rivera de Tigre, marca Diciembre 1939. Allí se desarrollarán los sucesos de “Los Compadritos” y ese hundimiento con sobrevivientes será el disparador para lo que La Regina pone en representación.

Es un bar de recreo, corre el último mes de la década infame. Entonces no es ajeno a la misiadura generalizada que asola a los pequeños emprendedores de las zonas periféricas y las centrales también.

Por eso Carmelo, el dueño del bar tendrá como un Amén la palabra “Plata” en su vocabulario, interpretado de un modo notable por Matías Alarcón, cualquier instancia que lo saque de la miseria será bienvenida. Incluso la complicidad con un alemán, porque el barco fue hundido por ellos mismos, luego de que la tripulación descendiera. Su esposa, Rosa, en un trabajo brillante de Débora Fideleff, acompaña como puede esas aspiraciones. No hay mucho lugar para las opiniones femeninas. Ella construye una máscara de una mujer mayor de lo que es en la vida real y lidia con las veleidades de bailarina de su hija, en la piel de Samanta Clachcovsky, Rosita, que compone a una jovencita que reside en un mundo que aún no sabe, le será esquivo.



Así es como llega a ese rincón del mundo, el alemán Steiner, en una gran composición de Gustavo Rey. Quien rápidamente advierte que frente a la necesidades urgentes, se encuentra en el lugar ideal para preparar la incursión nazi en estas tierras. Tan equivocado no estaba. Aquí en Argentina las ideas del Führer, prendieron en muchos sectores y hoy, como si Cossa hubiera escrito anoche, aún cuando la oportunidad es propicia, salen de sus madrigueras de diversas maneras: negacionistas, violentos, xenofóbicos pero lo más peligroso es que siempre parecen dispuestos a terminar una tarea inconclusa. No es necesario aquí reflotar las tragedias de los regímenes totalitarios ni tampoco de los pretendidos demócratas que cuando toman el cetro portan los genes de Videla.

En ese campo fértil para Steiner y el paso del tiempo que se traduce en hojas del almanaque que cambian, afinca un vínculo entre todos ellos. Rosita, la aprendiz de bailarina se enamorará de Rudolf, interpretado con gran soltura por Alexei Samek, quien ha llegado primero abrazado a un salvavidas. Pero le aguarda otro destino.


Por supuesto que no falta la figura del compadrito y ahí está José Manuel Espeche, quién se luce sobre todo porque su aspecto es el de un malevo, pero no es Jacinto Chiclana, ni uno de los hermanos Iberra, Aldao quiere un kiosquito. Como ahora, como hoy, como desde de modo cíclico la Patria pierde la brújula del Bien y se inclina a un Norte nefasto y temible.

No puede faltar quien llegue a filosofar, a querer evidenciar verdades o saberes de utilería, el Profesor encarnado muy bien por Jorge García Marino.

Lo cierto es que esto se puede calificar como una sainete. El humor distiende y relaja las desgraciadas vidas de Rosa y Carmelo y presenta situaciones hilarantes.

Pero cuidado, decía Freud que “el chiste se hace” pero “el humor se construye”. Y en Los Compadritos hay una construcción del humor sumamente elaborada, a tal punto que estrenada en 1985, hoy está tan vigente no puede menos que dejarnos pensando en cómo, cuándo y por qué el rumbo se perdió o se pierde de modo circular.



Carmelos, Rosas, Rositas y nazis habrá siempre. Hay semillas que no necesitan demasiada fertilidad de la tierra para prosperar. Son como la soja que avanza cubriendo hasta las banquinas, la diferencia es y seguirá siendo en qué momento echamos mano a las malezas pensando que podemos vivir mejor. Sin distinguir una planta benéfica de un veneno.

El trabajo de Ángel Calmet así como también el vestuario y las luces son tan funcionales a la puesta en su minimalismo que se agradecen. Funcionan como otro personaje más, porque contribuyen a la creación de clímax y al paso del tiempo.

Quedan dos funciones y ojalá haya otra temporada. Es un trabajo para ver y hacer resonar cuando se abandona la sala.

 

 

 

Ficha Artístico/Técnica

Autor: Roberto Tito Cossa

Actúan: Matías Alarcón, Samanta Clachcovsky, José Manuel Espeche, Débora Fideleff, Jorge García Marino, Gustavo Rey, Alexei Samek

Voz en Off: Carlos Demartino

Vestuario: Héctor Calmet

Escenografía: Héctor Calmet

Luces: Héctor Calmet

Música original: Pablo Clavijo

Arte digital: Samanta Clachcovsky

Asistencia de dirección: Pedro Alberto Ferro

Prensa: Haydeé Marocchi, Alfredo Monserrat

Producción: Teatro Nacional Cervantes, Gerardo La Regina

Dirección: Gerardo La Regina

Web: http://loscompadritos.com.ar/

Duración: 120 minutos

Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos

SALA TEATRAL INDA LEDESMA - ESPACIO EXPERIMENTAL LEÓNIDAS BARLETTA

Diagonal Norte 943 (mapa)

Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

Teléfonos: 4326-3606

Web: https://www.centrocultural.coop/agenda-mes/todas/2022-03

Entrada: $ 10.000,00 - Sábado - 20:00 hs - Hasta el 30/11/2024


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