Por Hugo Luis Saccoccia
Delegado General de Argentores desde Zapala Pcia. del Neuquén.
El 11 de Setiembre de 1910 por invitación de Enrique García Velloso en su casa de calle Arenales 1257 de Buenos Aires, siendo las “4 hs.p.m.” un grupo de dramaturgos constituía la “Sociedad de Autores Dramáticos”. Era un momento social y político propicio y su creación una necesidad imperiosa para los autores. Se promulgaba en el Congreso Nacional la Ley de Propiedad Literaria.
Esa primigenia Sociedad de Autores Dramáticos evolucionaría con los años hasta transformarse en la Sociedad General de Autores de la Argentina, incluyendo además a los autores de Radio, Cine y Televisión.
Y en los últimos años ha tenido una vasta proyección de su accionar en forma activa y participativa llegando a todas muestras provincias, estableciendo una veintena de filiales en la Argentina, creando Centros Culturales, organizando Congresos de Dramaturgia en varias ciudades, publicando la Revista “Florencio” y más recientemente editando siete antologías con obras de Dramaturgos de todas las regiones del país.
Estas actividades y muchos otros proyectos en curso han dotado a ARGENTORES de una presencia institucional relevante, con su Casa Central en Pacheco de Melo 1820 y su Anexo en Montevideo 696 de Buenos Aires, consolidándose como una de las Sociedades de Autores más importantes de América, afiliada a la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores con Sede en Paris.
En ese año del Centenario de la Patria, bajo la Presidencia de Roque Sáenz Peña Buenos Aires bullía con numerosos festejos, personalidades del ámbito político y artístico de muchos países visitaban la ciudad entre ellos el líder socialista francés Georges Clémenceau, la Infanta Isabel hermana del Rey de España, el escritor Ramón del Valle Inclán; hacía dos años se había inaugurado el magnífico Teatro Colón, en la Avenida de Mayo muchos propietarios “alquilaban balcones” para que la gente presenciara los desfiles. Georges Clémenceau se encuentra con que una obra de su autoría estaba en escena en la ciudad y se presentó reclamando sus derechos autorales. En nuestro país no había legislación alguna al respecto y su reclamo fue noticia en los diarios de la época. Ello impulsó al diputado Manuel Carlés a presentar ante el Congreso su proyecto de Ley de Propiedad Intelectual que fue aprobado y promulgado rápidamente. Enrique García Velloso venía bregando desde varios años por el reconocimiento de los derechos autorales de los dramaturgos, sin suerte. Se habían creado dos Sociedades de autores en 1901 y 1907 que nos prosperaron. Incluso llevó la cuestión a una “huelga de autores” en 1907 que resultó un fracaso. Las compañías teatrales hacían las obras y en el mejor de los casos invitaban al autor a un te con masas en alguna de las Confiterías más concurridas de la época.
Ante los acontecimientos derivados del reclamo de Clemenceau, García Velloso vuelve a reunir a los dramaturgos y el 11 de setiembre de 1910 se constituye la Sociedad de Autores Dramáticos que con el tiempo creció hasta ser hoy la Sociedad General Argentina de Autores y lograr por ley 20115 que el Estado Argentino la reconociera como la Entidad que representa a los autores y la única que tiene la obligación y la prerrogativa de percibir los derechos de los autores argentinos de Teatro, Cine, Radio y Televisión.
Este año 2010 nos encuentra entonces en el bicentenario de la patria y en el centenario de Argentores. Hoy el derecho de autor es respetado y se lo valora por lo que significa: es el salario y es también la jubilación del autor de profesión. Son esos aportes -que en algunas ocasiones los teatristas intentan no pagar- los que permiten que el autor cuente además con obra social, cobertura médico asistencial, asesoramiento legal, cursos anuales en diversas disciplinas, talleres especiales, ciclos culturales, la biblioteca más grande de América Latina y varios otros beneficios.
Casi dos mil socios en toda la República Argentina afianzan año tras año este devenir institucional y numerosos proyectos se están elaborando para consolidar ese espíritu federal en el año ciento uno de Argentores.