La savia, limbo verde de tiempo y memoria



La obra de Ignacio Sánchez Mestre, encuentra en su protagonista principal Mirta Busnelli, el instrumento perfecto para re-presentar, mortificando el realismo hasta el límite, esas hibridaciones de tiempo y memoria que desgajadas poseen enorme sentido

Por Teresa Gatto

Yo, como tú, he intentado con todas mis fuerzas de combatir el olvido. Como tú, he olvidado. Como tú, he querido tener una memoria inconsolable, una memoria de sombras y de piedra. He luchado todos los días, con todas mis fuerzas, contra el horror de no comprender del todo el por qué del recordar. Como tú, he olvidado. ¿Por qué negar la evidente necesidad de la memoria?

Marguerite Duras- Hiroshima Mon Amour

¿Son sus recuerdos o son los míos? No, definitivamente los recuerdos son personalísimos. Pero cómo señalaba Georges Bataille lo importante del tiempo es cómo se emplea.

Entonces Elsa, en la piel de un notable Mirta Busnelli, emerge en la escena, su sala de escritura, de recuerdos y memorias es un manantial de savia. Rodeada de plantas naturales, “cactus jamás”, comienza su discurrir, su necesidad de escribir, nos enseña su modo de rememorar. Caótico y para nada lineal y sólo sincrónico cuando El Chino, pasa corriendo alrededor, ceremonia que se reitera hasta que interactúan.

Hay algo que resuena en el orden de lo onírico pero también en el orden de la Historia. Aquellos libros que su padre enterró durante la dictadura, Enrique su ex marido, sus hijos, los vínculos, conforman una cosmogonía desordenada que será acomodada por el corredor.

Pero ese círculo de plantas, esa muralla protectora y repleta de vida es indicial de algo más que el gusto de una mujer por el verde. Es el paraíso, una biblioteca jardín. Un espacio donde la vida de la palabra dicha o escrita está rodeada de vida. Porque son muchos los que no saben que el lenguaje está vivo y además es ideológico. Ese cerco que la circunda dejando un hueco a modo de pasillo central es también el lugar del escape. Ese lugar por el que Elsa puede juntar los fragmentos, desordenados siempre, los trozos, los des-trozos de lo que necesita escribir, que “desea” escribir porque lo importante es el empleo del tiempo y constelar una vida en la palabra. Casi no importa si esos recuerdos son tal cual los rememora o si puede cambiarlos, tal vez sean recuerdos parasitarios de sucesos que vivieron otros y toma como propios. Tal vez nos esté entregando su memoria completa de sujeto fragmentado y entonces la linealidad se disipa dando paso a ese logro maravilloso que es mortificar hasta el límite al realismo que tiene un molde que aprisiona textos, interpretaciones y condiciona la dirección de las/los intérpretes en un corsé apolilladlo que nos grita desde el mismo punto de la dramaticidad cómo termina el cuento.

Aquí lo verdaderamente resaltable es cómo Elsa, de carácter fuerte y convicciones que sólo se mencionan en el entierro de los libros, evoca lo familiar, la traición de su marido, la ida de sus hijos y su necesidad de Amor puesta en palabras. Y cómo esos maravillosos personajes encarnados por Agustín García Moreno y Constanza Herrera, como Mariel, traen el orden de la memoria (él)  y la cuota de frescura necesaria (ella) y se convierten en  imprescindibles porque reales o no (Elsa tiene dos hijos varón y mujer) son nada más y nada menos que la palabra hablada. Esa que necesiten la más ermitaña de de las soledades.

El vestuario de Laura Sol Andina, es un auténtico logro que le permite esa visión de mujer atemporal. Las luces que diseñó David Seldes operan marcando cambios de clima y temporalidad. Y la escenografía de Laura Copertino es un logro más porque hay savia hasta en las bibliotecas que circundan las espaldas del escritorio de la protagonista.

Mirta Busnelli mereció, merece y merecerá siempre ser la protagonista de historias que enseñen a pensar, a soñar, a recordar y porqué no a vivir. Una intérprete de su calibre es una fiesta siempre, transite la comedia o el drama e Ignacio Sánchez Mestre merece que un texto suyo tan bien escrito sea dirigido por él que lo concibió. No hay modo de no entrar al mundo de Elsa y tampoco existe manera de no salir regocijado por el teatro, por los artistas y por la magia de entrar a un mundo otro que muchos añoramos cuando pensamos en el tiempo.

Con esta puesta puedo refutar aquella pregunta que  Gena Rowlands se hacía hacia el final de Otra Mujer[i]: “¿Un recuerdo es algo que uno tiene o algo que perdió?

Un recuerdo es algo que uno tiene como ahora poseo el recuerdo de La Savia.

 

Ficha Artístico/Técnica

Autor: Ignacio Sánchez Mestre

Actúan: Mirta Busnelli, Agustín García Moreno, Constanza Herrera

Músicos: Facundo Mazzotta

Vestuario: Lara Sol Gaudini

Escenografía: Laura Copertino

Iluminación: David Seldes

Diseño De Sonido: Tomás Mesa Llauradó

Realización Set-electric: Paul Pregliasco

Técnico De Luces: Carolina Downes, Matias Luciano Tinganelli

Fotografía: Ignacio Coló

Diseño gráfico: Carola Tana

Asistencia de escenografía: Miranda Pauls

Asistencia de iluminación: Facundo David

Asistencia de vestuario: Ailen Zoe Monzón

Asistencia de dirección: Tomás Mesa Llauradó

Asistencia De Escenas: Julián Giménez Zapiola

Producción: María La Greca

Dirección: Ignacio Sánchez Mestre

Duración:65minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos

TEATRO METROPOLITAN SURA
Av. Corrientes 1343 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 52363000
Web: http://www.metropolitansura.com.ar/
Domingo - 18:30 hs - Del 19/09/2021 al 05/12/2021

 

 

 



[i] Another Woman (Otra mujer)  película de 1988 dirigida por Woody Allen y protagonizada por Gena Rowland y Mia Farrow.

Ceremonia – Circo Negro- por Teresa Gatto