Una Justicia desagraciada



Cuando el bosque se nos venga encima, puesta adaptada y dirigida por Roberto Peloni, sobre El Pato salvaje de H. Ibsen, pone en evidencia que la justicia no siempre puede ser el mejor remedio. Buen trabajo de adaptación, logradas actuaciones y ese toque de Novedad que tanto se agradece.

Por Teresa Gatto

“El derecho no es la justicia. El derecho es el elemento del cálculo,
y es justo que haya derecho;  la justicia es incalculable,  
exige que se calcule lo incalculable; y las experiencias aporéticas
 son experiencias tan improbables como necesarias dela justicia”.
J. Derrida-  Fuerza de ley. El fundamento místico de la autoridad

 

¿Qué es la justicia? ¿Todxs la necesitamos? Al menos, ¿Todxs necesitamos ese tipo de justicia que nos devela mucho más de la  que se  ejerce en nombre del culpable?

Lo cierto es que hay reparaciones obsesivas que entrañan más que un deseo de justicia. Son como secretas venganzas cuyo vector principal parece la reparación pero que son, al fin y al cabo, vendettas personales. Y la vendetta con rúbrica de sangre siempre, no termina nunca bien.

Los que conocen esta obra de H. Ibsen, entienden que Hjalmar Ekdal pasa sus días en una suerte de calma que ha llegado después del infortunio. La ayuda del Dr. Relling, le ha otorgado un nuevo sentido a su vida, su casamiento con Gina, la crianza de Eugenia, la niña de sus ojos parecen haber trascurrido en cierta ventura hasta que el día del Regreso de Gregorio Werle se desata una tormenta imposible de detener y a la vez, imposible es, mensurar sus costos.

Roberto Peloni adapta de modo novedoso la obra de H. Ibsen fusionando los dos actos primeros, con lo que no sólo economiza acción sino que, pone frente en un pliegue de tiempo que no lo es, tampoco es un pliegue espacial, las sarcásticas conversaciones que Gregorio tendrá con su padre y con Hjalmar, acerca del pasado, del torbellino de iniquidades en se vio envuelto el padre de éste cuando en realidad Werle padre es quién se ha salido con la suya.

Toda suerte de diálogos cruzados sumergen al espectador en esa tensión propia que deviene en dos caras de una misma moneda: la obsesión de Gregorio por decir la verdad y hacer justicia y la venganza contra su padre a quién acusa por sobre todo del destino de su madre.

El dispositivo escénico es acertado en todos sus usos, fuera un rectángulo iluminado que bien podría ser un ring, se dirimen las cuestiones que Gregorio que bajó del bosque tiene para enrostrarle a su padre y todo aquello que acontece en la casa de los Ekdal. Dentro del rectángulo la vida fluye de otro modo hasta que Gregorio la contamine.

Hjalmar, Gina y Eugenia, juegan y hacen las cosas de una familia tipo, pero el Bosque se venga, dice el texto y enmascarando la Justicia para con el Otro en una Propia y más antigua Gregorio desatará una tragedia.

Los personajes se mueven con soltura alrededor y dentro del ring, hay algo del acento del interior de Facundo Rubiño (Gregorio) que coadyuva a la creación del verosímil. Raúl Cragnolino como el Sr. Werle, le imprime a su criatura una cuota de solemnidad que nos acerca a Ibsen pero que además resulta sumamente adecuado para el rol que representa. Los más solemnes suelen ser los más fraudulentos y Werle tiene muchos muertos en el placard pero por sobre todo, tiene la certeza de que como es más que el resto, todos los ilícitos que puede haber cometido se solucionan con una gratificación o una limosna.

Roberto Peloni, en un rol distinto al que le solemos ver, lleva adelante a un aturdido Hjalmar que se debate poco, esta conforme, le cree a su padre y cree que podrá seguir viviendo sin esa “justicia” que Gregorio propone.

Gina en la piel Tania Marioni, es más escurridiza, como si algo de aquel pasado le fuera a significar culpa. ¿Su pequeña y hermosa hija? ¿De quién es Eugenia? ¿Quién es su padre? La dulzura e idoneidad de Ayelén Barreiro, logra de una sola intervención, colmar de ternura a su personaje para así, hacer más evidente la tragedia.

Gustavo Masó y Jorga Almada, logran hacer creíbles a sus personajes y los sostienen de principio a fin en muy buenos trabajos.

Una gran ocasión para volver a ver un Ibsen, fresco, desmañado, novedoso y con una síntesis de recursos escénicos y modernidad de la buena, que escasea en la cartelera porteña, cuando ya nadie tolera dos horas en una butaca. A Peloni le alcanzan 60 minutos para desandar los dolores, frustraciones y desgracias de una Justicia que su personaje no pidió.


 

 

Ficha Artístico/Técnica

Autor: Henrik Ibsen
Versión: Roberto Peloni
Actúan: Jorge Almada, Ayelen Barreiro, Enrique Cragnolino, Tania Marioni, Gustavo Masó, Roberto Peloni, Facundo Rubiño
Diseño de luces: David Seldes
Música: Ana Victoria De Vincentiis
Stage Manager: Nicolás Conde
Operación técnica: Max Pastorelli
Asistencia general: Emanuel Solis, Santiago Uriarte
Asistencia de dirección: Carina Torre
Prensa: Mbocciarp, Marcelo Boccia, Ariel Zappone
Producción ejecutiva: Natalia Eugenio
Coaching actoral: Agustín Pérez Costa
Dirección: Roberto Peloni

TEATRO BORDER

Godoy Cruz 1838
Capital Federal - Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 5236-6183
Web: http://www.border.com.ar
Entrada: $ 200,00 - Lunes - 21:00 hs - Hasta el 28/11/2016

La desobediencia de Marte, de Juan Villoro, dirigida por Marcelo Lombardero, por Teresa Gatto